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esta parte de la ternera o cerdo es muy apreciada en la cocina, si la cocinamos
con buenos ingredientes será un plato de lujo y con mucho sabor.
Casquería
4 personas
Preparación: 25 minutos
Olla rápida: 25 minutos
Fácil
INGREDIENTES
8 carrilleras, 1 cebolla, 1 zanahoria, ½ cabeza de ajos, 3 patatas
grandes, 1 hoja de laurel, agua para la
cocción y sal.
Salsa: 1 k de tomate triturado, 150 g de boletus congelados, 1 cebolla,
3 dientes de ajos, 1 zanahoria, perejil, aceite de oliva y sal.
PREPARACIÓN
Cocción de las carrilleras
Pelar 1 cebolla y la zanahoria.
Ponerlo en la olla con la hoja de laurel, las carrilleras y cubrir con
agua salar.
Cocer el tiempo indicado, retirar del juego y dejar enfriar, abrir y comprobar
su textura, reservar calientes.
Salsa
Pelar la otra cebolla y los ajos, picarlo muy fino, pochar en aceite de
oliva unos minutos.
Pelar la zanahoria y cortarla en dados.
Añadir los boletus y la zanahoria al sofrito, rehogar unos minutos e incorporando
el tomate y un poco de agua de la cocción de las carrileras.
Cocinar a fuego medio 10 minutos, trascurrido poner las carrilleras y
finalizar su cocción.
Pelar las patatas y cortarlas en bastoncitos, calentar aceite y freírlas.
Dejarlas sobre papel de cocina salar y servir todo calientes con su salsa y las patatas.
El Hongo boletus es el más conocido y apreciado entre los hongos
comestibles. Es muy fácil de reconocer gracias a las evidentes características
familiares que hacen que su descripción sea casi superflua. Sus propiedades son
que no contienen grasas y son bajas en calorías, por lo que también son
excelentes para quienes quieren adelgazar y para quienes deben seguir una dieta
baja en grasas. Son una excelente fuente de minerales, en particular fósforo,
potasio, selenio y magnesio. Los hongos también contienen lisina y triptófano,
vitaminas B y algunos antioxidantes. Gracias a sus características ayudan al
sistema cardiovascular a mantenerse en forma. Durante siglos, los hongos se han
considerado una panacea para el sistema inmunológico y, a menudo, se
recomiendan en la dieta durante el cambio de estación entre verano y otoño,
para ayudar al cuerpo a defenderse mejor. Entre otras cosas, ese es el
mejor momento para consumirlos frescos, también por la mayor disponibilidad de
hongos que crecen espontáneamente. Durante el resto del año es más fácil
encontrarlos congelados o secos.
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