En el mundo actual, la industria ha revolucionado la
manera en que disfrutamos de este delicioso plato. rellenos de setas y trufas única
El ragú, con su mezcla de carnes suculentas y especias, complementa
perfectamente la delicadeza de las setas y el toque lujoso de la trufa, creando
un plato y lleno de matices.
Sección Pasta corta: 4 o más personas,
preparación 120 minutos a fuego bajo, cocción de la pasta: el tiempo indicado por
el fabricante, dificultad fácil.
Dificultad fácil. Todos los tiempos
son siempre indicativos.
Ingredientes para la receta:
Plato: 320 g de pasta, queso rallado Parmesano,
agua para la cocción y sal.
Ragú: 300 g de carne picada de ternera, 100 g de
beicon dulce, ½ vaso de vino tinto, 1 vaso de leche, 175 g de tomate triturado,
1 cebolla mediana, 1 zanahoria mediana, 1 ramita de apio, aceite de oliva,
pimienta y sal.
Preparación y cocción:
Ragú: Lavar el apio, pelar la zanahoria y la
cebolla, picarlos muy finos y sofreírlos en una cazuela honda y plana.
Picar muy fino el beicon e incorporarlo.
Añadir la carne picada y rehogar durante 10 minutos.
Añadir el vino dejarlo evaporar.
Añadir el tomate y la leche, mezclarlo todo y
salpimentar.
Cocerlo a fuego bajo, removiéndolo frecuentemente durante
al menos 120 minutos.
Plato: Cocer la pasta en abundante agua con sal, dejarla
al dente y sacarla con cuidado que no se rompa.
Servirla acompañada del ragú y queso por encima.
Ravioli
El
origen de los ravioles está envuelto en leyenda y es muy difícil establecer la
fecha precisa de su invención. Según muchos, este tipo de pasta fresca nació en
Liguria, más precisamente en Gavi Ligure. Lo que sabemos con certeza es muy
poco: las primeras noticias escritas nos llegan del siglo XII, y las
encontramos también en el Decamerón de Boccaccio. Sabemos que inicialmente su
relleno se hacía con ingredientes pobres, generalmente lo que el campo ofrecía
espontáneamente, como hierbas. Con el paso de los años, este tipo de pasta ha
evolucionado y se ha extendido por toda Italia y en el mundo, tanto que la
encontramos con los rellenos más diversos (carne, pescado, verduras, quesos...)
y con las capas más imaginativas. Además, debes saber una cosa: también hay
muchas versiones dulces de raviolis, desde los rellenos de chocolate hasta los
que se sirven con deliciosa mermelada de arándanos.
La
trufa
Según
fuentes historiográficas recientes, los primeros en traer trufas a la mesa
fueron los babilonios primero y los sumerios después. Podemos pues fechar el
descubrimiento de este preciado hongo subterráneo y su consiguiente utilización
en la cocina en el año 3.000 a.C. Hoy en día, la trufa, especialmente la
blanca, está considerada como uno de los alimentos más preciados de la
gastronomía mundial. En el siglo XVIII, la trufa piamontesa era considerada un
manjar en todas las cortes europeas, y su búsqueda era un pasatiempo palaciego,
por lo que se invitaba a asistir a ella a los huéspedes y embajadores
extranjeros que visitaban Turín. Las trufas, ya sean blancas o negras, son
ingredientes que no necesitan manipulación: ralladas en láminas o en polvo,
suelen ser el toque final de muchos platos gourmet.
El
ragú a la boloñesa
Es, sin duda, uno de los íconos de la cocina italiana, y su origen está envuelto en una rica historia que se remonta a siglos atrás. Originario de Bolonia, en la región de Emilia-Romaña, este delicioso plato tiene sus raíces en las tradiciones culinarias de la zona, donde la calidad de los ingredientes frescos y locales es fundamental. La primera referencia escrita al ragú boloñés se encuentra en un libro de recetas del siglo XVIII, escrito por Pellegrino Artusi, un destacado gastrónomo italiano. Sin embargo, algunos historiadores creen que la receta ya existía antes de esta fecha, ya que la combinación de carne, vegetales y salsas era común en la cocina rural de la región. Tradicional está elaborado con carne de res picada, panceta, cebolla, zanahoria y apio, todo cocido lentamente en una mezcla de vino tinto y tomate. A diferencia de otras salsas de tomate más ligeras, el ragú boloñesa se caracteriza por su consistencia rica y su sabor profundo. La clave está en la cocción lenta, que permite que los sabores se mezclen y se intensifiquen. Se suele servir tradicionalmente con tagliatelle fresco o como salsa para lasaña, y siempre se acompaña de una buena cantidad de queso Parmigiano-Reggiano rallado. Hoy en día, el ragú a la boloñesa no solo es un símbolo de la gastronomía boloñesa, sino que también ha conquistado los corazones y estómagos de personas en todo el mundo. Su rica historia y la pasión por la cocina italiana lo convierten en un verdadero clásico que sigue siendo disfrutado por todas las generaciones.


