jueves, 21 de julio de 2022

Solomillo de cerdo al ajillo con patatas fritas

Cocinamos de una de las mejores piezas del cerdo, pero dándole el sabor de la salsa al ajillo y acompañamos de unas patatas fritas, será un segundo plato apreciado por todos en casa.
 


Carne
4 personas.
Preparación: 25 minutos
Fácil.
 
INGREDIENTES
 
1 o 2 solomillos de cerdo, 4 patatas medianas, 7 u 8 dientes de ajo, perejil en abundancia, 8 o 10 almendras picadas,  agua, harina, vinagre, aceite, cebollino o perejil y sal.
 
PREPARACIÓN
 
Calentar aceite y sellar los solomillos una vez salado y reservar
Dorar 4 dientes de ajo en el aceite donde hemos sellado la carne.
En un mortero machacar los ajos restantes, el perejil, las almendras, la sal y un hilo de aceite.
Poner en la cazuela los solomillos reservados, rehogar y añadir el majado.
Rehogar de 2 a 3 minutos, añadir vinagre al gusto y mezclar hasta su evaporación.
En el mortero poner 2 cucharadas de harina y diluirlas bien con un poquito de agua.
Añadirlo a los solomillos con más agua, mezclarlo bien y cocer unos 15 minutos o hasta que la salsa espese.
Pelar las patatas, cortarlas en daditos, freírlas y servirlas con los solomillos.
Espolvorear con cebollino o perejil lavado y picado.

El solomillo, conocido como lomo en Argentina, es una pieza de carne procedente de la parte lumbar, alojado entre las costillas inferiores y la columna vertebral; más concretamente, encima de los riñones y debajo del lomo bajo; de ahí el nombre de so-lomillo. Wikipedia

 

El origen del ajo se remonta a varios siglos atrás en la Asia Central. La especie que conocemos hoy en día (Allium Sativum) procede de una variedad de esta zona, el Allium Longicuspic, que dio lugar al que hoy conocemos como el ajo común. Éste se extendió rápidamente por la India y por el mar mediterráneo hasta llegar a Grecia. Parece que las propiedades del ajo ya han sido reconocidas por el egipcio Ermete Trismegisto, considerado el padre de todas las ciencias y autor de la Tabla Smeraldina. Los faraones se lo dieron en abundancia a los trabajadores que intervinieron en la construcción de las pirámides para protegerlos de enfermedades e infecciones intestinales, pero también para darles una mayor resistencia física. Con el tiempo, el cultivo del ajo se extendió desde el área egipcia a toda la cuenca mediterránea. Los griegos lo utilizaban tanto con fines terapéuticos como alimentarios, llegando a dar sabor al pan. Las principales propiedades terapéuticas del ajo fueron definidas científicamente por Pasteur en 1858: antibiótica, antiséptica, balsámica, antihipertensiva


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