jueves, 31 de marzo de 2022

Chuletón de jamón con chorizo y grelos

Al no tener lacón se puede utilizar un buen chuletón de jamón crudo cocinando como si fuese el plato gallego de “lacón con grelos”
 


Carne
4 personas
Preparación 05 minutos
Olla rápida: 30 minutos
Fácil
 
INGREDIENTES
 
2 chuletones de jamón de cerdo 600 g aproximado, 2 chorizos frescos (mejor gallegos) 4 patatas, 600 gr de grelos o 1 botes en conserva, pimentón, aceite de oliva agua para la cocción, y sal
 
PREPARACIÓN
 
Pedir al carnicero que nos corte dos chuletones del jamón.
Pelar las patatas y lavarlas.
Poner la olla la carne, las patatas y los chorizos cubrir con agua y salar un poco.
Cerrar la olla y cocinar el tiempo indicado.
Dejar que la misma se enfríe para poderla abrir comprobar su textura.
Abrir los grelos y lavarlos para quitarle los aditivos de conservación.
Añadirlos a la olla cerrar y cocinar mínimo 5 minutos o el tiempo necesario para que la carne esta blanda.
Abrir la olla y retirar los ingredientes sin tirar su caldo que podemos reservar para hacer una sopa.
Una vez colocado en la fuente añadir aceite sobre las patatas y los grelos.
Espolvorear con un poco de pimentón y servir caliente.

La palabra jamón no tiene ningún misterio ya que hace referencia al anca, pernil, o pierna, del animal; es decir, es el nombre genérico de diversos alimentos obtenidos de las patas traseras del cerdo, salados en crudo. El Lacón Gallego es una indicación geográfica protegida que se obtiene de los brazuelos o extremidades delanteras del cerdo, cuyas características anatómicas están constituidas por los huesos húmero.

Chorizo gallego fresco o ahumado, este embutido es el más tradicional del territorio gallego. Se emplea la mejor carne magra de cerdo, seleccionada a mano, troceada y adobada con pimentón, ajo, orégano y sal. Una vez elaborados los chorizos se cuelgan en ristras de 6 unidades, y se ahúman con leña de roble. Cuando han pasado unas dos semanas, ya están listos para comer crudo o cocinado.

Los nabos han sido durante milenios una de las fuentes de supervivencia del ser humano que, al descubrir su larga capacidad de conservación, los acumuló para afrontar los duros meses de invierno. En época romana, Plinio incluyó los nabos entre los alimentos básicos de las clases más pobres. Con el tiempo parece que los nabos pasaron de moda como afrodisíacos, especialmente entre las clases altas, porque adquirieron la identidad de un alimento sin refinar, ciertamente no apto para un banquete amoroso. Hoy en la cocina son especialmente apreciados los brotes con las primeras hojas (grelos o brócoli de nabo), con los que se cocinan distintos tipos platos..






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