viernes, 1 de abril de 2022

Pure o crema de guisantes

Plato rápido caliente y con mucho sabor y vitaminas, será ideal para los peques de casa  y si dejan algo también para los demás.
 


Crema
4 personas
Vegetariana
Preparación: 20 minuto
Fácil
 
INGREDIENTES
 
600 g de guisantes congelados, ½ puerro, 3 quesitos, aceite de oliva, agua para la cocción y sal
 
PREPARACIÓN
 
Lavar y quitar las hojas más duras del puerro y picarlos.
Cocer todo en agua con sal.
Escurrir y triturar añadir los quesitos y el agua de su cocción hasta conseguir una crema homogénea.
Servir caliente con un chorro de aceite crudo.

Los guisantes comienzan en el Neolítico. Período histórico y continúa a lo largo de los siglos, hasta llegar a nuestros tiempos. La historia de los guisantes y la del hombre se han entrelazado durante siglos. Hace mucho tiempo, incluso antes del nacimiento de la agricultura. Nuestros antepasados ​​estaban ansiosos por tropezar con una planta de guisantes silvestres para poder cosechar las vainas verdes y saborear las semillas del interior. Algún tiempo después, alrededor del 10.000 a. C., los humanos utilizaron estas legumbres como alimento para alimentar a los primeros animales de granja, quizás recogiéndolos en las áreas adyacentes a su campamento. Solo alrededor del año 8.000 a.C. hay evidencia de cultivos de guisantes reales. Todo esto sucedió en el famoso Creciente Fértil, una vasta área geográfica que se extiende desde los ríos Tigris y Éufrates (actualmente en Irak) hasta el Nilo (Egipto) pasando por los territorios que rodean el río Jordán (Jordania, Israel, Líbano, Palestina y Siria).

 

El puerro (Allium Porrum) es una planta herbácea de la misma familia botánica que el ajo y la cebolla. Su origen es incierto, algunos creen que proviene de Oriente Medio, otros de los territorios celtas. Esta hortaliza, también cultivada por los egipcios, cuenta con un pasado muy respetable tanto en la cocina como en la farmacopea griega y romana. En la Edad Media, el puerro comenzó a adquirir importancia porque su consumo contribuyó a paliar el hambre de aquella época. Fue entonces cuando su cultivo se extendió por toda Europa y, desde allí, al resto del mundo. En la cocina dan lo mejor de ellos crudos, pero quedan riquísimos en el horno


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