Mi versión de la conocida tapa de los bares vascos (Gildas), hoy conocidas en muchos más, para darle un toque especial e cambiado aceitunas por tomatitos, lo notaras menos salado, pero con diferente sabor por el dulzor que aporta el cherry.
Sección Aperitivo; 4 personas, preparación 5 minutos, dificultad: fácil. Todos los tiempos son siempre indicativos.
Ingredientes para la receta:
Las cantidades son las que tu veas para hacer mas o menos pinchos, tomatitos
cherry, piparras o gildas, anchoas en aceite de oliva y sal..
Preparación y cocción:
Lavar los tomatitos y cortarles el pedicelo.
Partir
las piparras por la mitad.
En
un palillo insertar un tomatito un trozo de piparra, una anchoa, piparra y acabar
con otro cherry.
Hacer
la cantidad desead y regar con un poco de aceite, (sal opcionalmente un poco
pues las anchoas ya la llevan).
Meter
en la nevera tapados hasta la hora de servirlos.
Las piparras
Reciben muchos nombres diferentes, tales como guindillas
vascas, piperras, piperrak, langostinos de la huerta, entre otros. Cada uno de
estos nombres refleja la diversidad y la riqueza cultural de la región donde se
cultivan. Son conocidas por ser unas guindillas frescas que, a diferencia de
otras variedades de guindillas, apenas pican. Las piparras son muy versátiles
en la cocina. Se pueden consumir frescas, en conserva, o como acompañamiento de
diversos platos. Su sabor suave y su textura crujiente las convierten en un
ingrediente ideal para ensaladas, tapas y guisos. En resumen, las piparras son
un producto único de Gipuzkoa que destaca por su sabor suave y su versatilidad
en la cocina. Uno de los pinchos más clásicos en los bares vascos es las gildas
que consiste en piparra, aceituna verde sin hueso y rellena a veces de anchoa y
una anchoa, hay muchas otras formas de degustarlas.
Anchoas en aceite en conserva
La anchoa en salazón es una semiconserva y es necesario
comercializarla en un plazo aproximado de un año. “Hoy en día esto depende de
cada empresa conservera que, dependiendo de su proceso de elaboración y de la
búsqueda del recipiente perfecto, puede darle una vida útil de 6 meses a 1 año”. Las dificultades de navegación durante la Primera Guerra Mundial pusieron en
peligro las existencias de anchoa para la venta. Fue en este año cuando
Giovanni Vella, un comerciante afincado en la ciudad de Santoña, decidió darle
solución a este problema y tras observar lo que ocurría con la anchoa en
salazón que se enviaba y comercializaba en Italia para snacks, que tras ser
transformada en múltiples procesos Se pensó en cómo hacer ese producto final y
comercializarlo en latas, es decir,
decido innovar y cambiar el proceso productivo actual para saltarse los
pasos intermedios y servir el producto listo para el consumo en los comercios.
Las primeras pruebas con mantequilla no dieron los resultados deseados. Aunque
se utilizó durante algún tiempo dando un aspecto desagradable al producto,
posteriormente se utilizó el aceite de oliva. Así nacieron los actuales filetes
de anchoa.
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